sábado, 27 de febrero de 2010

Batman: haciendo justicia al justiciero



Años después de que Christopher Nolan reinventase El Caballero Oscuro para la gran pantalla devolviéndole el prestigio perdido tras las horripilantes versiones realizadas por Joel Schumacher (y aquel traje de Batman con pezones) uno tiene la necesidad de investigar sobre la suerte de tan ínclito superhéroe en el terreno seriado, primo hermano del cómic. 85 capítulos visionados después (toda la serie, vamos) he aquí algunas impresiones.

Batman
Hace muchos años, antes de Batman Begins, tuve el placer de devorar una magnífica biblia sobre el personaje llamada "Batman: El resto es silencio" de David Hernando, y recorrí en sus páginas las vicisitudes de un personaje que fue redibujado sin rubor al ritmo inclemente, disparatado y sobresaturado de la naturaleza industrial comiquera a través de las épocas. Los superhéroes no mueren, sino que se reinventan en los nuevos contextos sociales. No importa cuantas veces se reescriba su historia (incluso en cine ya tenemos la versión Burton y la Nolan,...multipliquen por mil los autores que lo abordaron en sus diversas ediciones de cómic). Esto impide vertebrar un verdadero canon rastreable, pero permite establecer una serie de certezas en su ficción. Lo bueno de Batman: la serie animada es que nace con una vocación in media res y fundacional al mismo tiempo; es decir, la historia comienza establecida: Batman es una realidad, así como el Joker, y Robin, y el comisario Gordon. Podremos ver el origen de muchos enemigos, otros son ya rutina en Gotham. En ocasiones, narraciones pretéritas de importancia serán recreadas mediante flasbacks. En otras ocasiones, los personajes verbalizarán retazos importantes de su pasado. ¿Para qué hablar por enésima vez del origen de Batman?

Hay muchas manos maestras sosteniendo la batuta de esta producción, pero un nombre destaca especialmente... aparte del artífice, Bruce W. Timm (que luego regalaría al mundo Batman Beyond). Se trata de Paul Dini, mediocre guionista de grandes sagas en el cómic pero prolijo en capítulos brillantes de esta serie animada y responsable de uno de los mejores guiones jamás escritos para un videojuego, también sobre la creación de Bob Kane: el sobresaliente "Batman: Arkham Asylum". Dini, entre otros, se ha encargado de definir el tono de esta producción infantil, que recupera cierta esencia gótica del Batman de Burton, ciertos toques más inofensivos de slapstick y una madurez latente (tonal, estilística, dramática) inusual hoy en día en una serie para niños.



La serie animada
En general, la serie es magnífica. Entretenida, inteligentemente construida, brillantemente realizada y con un cuidado -ya olvidado en estas producciones- por el guión. También tiene muchas debilidades que, en realidad, no son tales si tenemos en cuenta el público objetivo del producto. Y es que, en ocasiones, la serie peca de sacarse soluciones narrativas de la manga; revela algunas incoherencias en el comportamiento de los enemigos; padece una evidente falta de respeto por la continuidad; y, por último, la adaptación literal de cómics clásicos de Batman-muy bien construidas- acusan la estrechez de los 20 minutos forzadamente autoconclusivos que da lugar a ciertas tramas infraexplicadas que llevan a los personajes a forzar los conflictos.

Pero son pequeñeces debidas a su formato. Batman, la serie animada, sería un milagro (que aún quedan) en la programación infantil actual y un ejemplo del ingenio de sus creadores a la hora de condensar lo mejor de muchos años las aventuras de grandes personajes en una serie con limitaciones tan obvias. Y, sin embargo, brillan los aciertos: la versión de El Joker (doblada por Mark Hamill Skywalker en la versión original) funciona siempre en su faceta cómica... pero es aterrador cuando ha de serlo. Los mejores capítulos son los dedicados a este archienemigo, si bien hay otros que no deberían dejar de revisionarse. Los orígenes de Dos caras, Cara de barro y Mr. Frío están a la altura de sus versiones de cómic. Otros capítulos exploran premisas muy originales que dan pedigrí a la serie. Es el caso de "Casi le pillo" -donde el Joker, Killer Croc, el Pingüino y Hiedra Venenosa relatan como "casi atrapan al hombre murciélago" mientras juegan al póker-; "Tengo a Batman en mi sótano" -que focaliza la historia en unos mocosos que encuentran a Batman en un momento de debilidad y deben ayudarle a resolver el caso-; o "El juicio" -capítulo en el que todos los enemigos de Batman consiguen capturarle en el interior de Arkham y someterle a un juicio (presidido por el Joker) donde se explora su culpabilidad por hablerles convertido en los monstruos que son.


Capítulos brillantes
Son muchos los capítulos que merecen la pena y apenas alguno cae en el convencionalismo absoluto, en una irritante previsibilidad. Los guionistas estaban en forma y conocían su material. Especialmente coherente es la frialdad de Bruce Wayne, un hombre solitario e implacable que apenas tiene algún destello emocional con alguna amante caduca (como el beso con la hija de Raz Al Gul, o el sempiterno filtreo con Catwoman). Además, Bruce vive atado a una tragedia infantil, como revela en más de un capítulo.

Por lo demás, la serie, en general, se toma muchas licencias en el apartado tecnológico y en ciertos aspectos rayanos en la ciencia ficción (todo bastante legítimo y comprensible), pero hay capítulos que encuentran en esta línea hallzagos de nivel: en "Quizás fue un sueño" Batman es víctima de una hipnosis inducida por El Sombrero Loco, que crea para él una realidad ficticia (un País de las Maravillas) donde todo es perfecto: sus padres están vivos, Batman no es necesario. Sin embargo, Bruce Wayne, "el mejor detective del mundo", se da cuenta de que todo es un sueño en el momento que intenta leer un libro y nada tiene sentido (algo, en mi caso, recurrente). Y así rompe la farsa: "la lectura es una función del hemisferio derecho del cerebro, mientras que soñar es una función del lado izquierdo". Ni el oscuro planteamiento del capítulo ni la cerebral resolución son propios de una serie infantil. Y eso la hace tan grande.



Hay algún capítulo-caprichito (sin sentido peyorativo) que me ha llamado mucho la atención. El caso de "El duelo" es el más llamativo Se trata de un capítulo totalmente demencial, que comienza cuando Robin y Batman interrumpen una fechoría de Raz Al Gul. Éste, posteriormente, les envía una cinta explicándoles que la operación que estaban llevando a cabo se remontaba a 1980 y... ¡flashback! Todo el capítulo transcurre en el viejo Oeste, con pistoleros, revólveres, tabernas de mala muerte y hombres que mastican paja. Ni rastro de Batman. Es un capítulo-capricho idéntico a uno de The Prisoner, que se desarrollaba todo en el Oeste... porque sí. Pero bueno, El Prisionero en sí está compuesta por capítulos-capricho en su totalidad.

Mensaje
Por lo general, Batman ha sido siempre un justiciero vengativo, una excepción fascista del sistema justificada por la infestación criminal, la pasividad policial y la naturaleza demente de Gotham. Batman no está interesado en trabajar con la policía, a pesar de acatar de forma bastante conservadora la ley. En el mencionado capítulo "El juicio" se plantean dos cosas a este respecto: en primer lugar, si no es el propio Caballero Oscuro -como sugería Nolan en Batman Begins al hablar de "escalada"- quien ha sembrado la afición criminal en la ciudad por los disfraces que ocultan terribles traumas. En segundo lugar, ¿es Batman la solución a este caos? El capítulo termina con una reflexión de la fiscal del distrito donde reconoce que Batman es un mal menor necesario y transitorio. La esperanza de Gotham estará en que un día no haga falta. Bruce Wayne asiente: "yo también lo espero". La verbalización de este dilema es elegante y autoconsciente, si bien todos sabemos la verdadera respuesta: Batman seguirá siendo necesario mientras dé dinero a DC Comics. Y DC Cómics seguirá ganando dinero mientras los norteamericanos (y nosotros con ellos, la verdad) sigan creyendo en que filántropos tan complejos como Bruce Wayne pueden existir, aunque sea en ficción.

Por otro lado, es, cuanto menos, curiosa la imagen que ofrece la serie sobre la reinserción social de los enfermos de Arkham: ni uno solo de los -magníficamente inspirados- villanos de Batman tiene posibilidad alguna de reintegrarse socialmente ni de tratar sus problemas psicológicos. Y lo que es peor: en más de una ocasión, la institución psiquiátrica los considera recuperados cuando hay claros indicios de que no es así.

No es una observación caprichosa. Veamos: El pingüino (en "Unos pájaros de cuidado"), Hiedra Venenosa (en "Casa y jardín"), Killer Croc (en "El circo olvidado"), Dos Caras (en "Segunda Oportunidad"), Enigma (en "Enigma se reforma") y Harley Quinn (en "las vacaciones de Harley")... es decir, hasta 6 de los villanos más importantes de Batman, contemplan en esta ficción la posibilidad de redención. Y en todas esas ocasionas, ya sea por culpa de la sociedad (que no les acepta), por flaqueza de voluntad o porque se trataba de un engaño desde el principio... siempre vuelven al manicomio antes de los créditos finales . Y yo pienso: joder.

Y otro capítulo de clara intención moralista -aunque muy interesante en su planteamiento- es "El trío terrible", algo así como el reverso tenebroso del Bruce Wayne versión Schumacher (es decir, Wayne es un tío rico que salva el mundo para divertirse y compra motos y trajes con pezones). El capítulo introduce a tres jóvenes villanos que van por ahí robando y haciendo fechorías porque son ricos y se aburren soberanamente. Al final, Batman captura a uno de ellos y éste trata de comprarle para que no le entregue a la policía. Batman se niega y el joven vocifera:"ya verás, compraré al mejor abogado y a los jueces, si hace falta, con mi fortuna ja ja"... CORTE A: oscura y mugrienta habitación de la cárcel donde un hombre enorme y con los ojos llenos de deseo ve entrar al joven ladrón, que se da cuenta de que el dinero no lo es todo y que se va a pudrir en la cárcel. Son unos minutos algo repugnantes por obvios. Si era para acojonar a los niños, francamente, sólo hubiese faltado un... CORTE A: las sombras de ambos presos y su movimiento sugieren que nuestro joven villano está siendo sodomizado por el presidiario grandullón. mientras escuchamos sus gritos de dolor e impotencia. ¡Créditos de despedida!

Nostalgia y Justicia
Excepto por razones puramente nostálgicas o académicas -o caprichosas, en mi caso- no es una serie con la que darse un atracón. Cada capítulo está cocinado a fuego lento, tiene su lógica interna y esquiva cualquier viso de serialidad. Tampoco es una serie especialmente adulta, aunque su espina dorsal recorre tramas, subtextos, matices y guiños que yo, de niño, jamás me hubiera planteado. Pero una vez vista puede decirse, con plena seguridad, que ha sido una fuente de inspiración directa para Chistopher Nolan, un esbozo del alma de muchas escenas que el director sabría luego plasmar como a nadie se le había ocurrido antes.

Esta serie, en cualquier caso, refleja como ningún producto anterior la certidumbre de que Batman es probablemente la franquicia más compleja e interesante de un mundo tan esquivo y resbaladizo como el de los cómics de superhéroes. Sus villanos son una colección de genialidades, bizarros engendros de política, literatura, esperpento y esquizofrenia.

Sólo queda confiar en que tan buena materia prima sea manufacturada, siempre, por artesanos de calidad, como los guionistas de Batman, la serie animada.

No podemos olvidar que de lo que estamos hablando aquí es de hacer justicia.

(Y que conste que nada de esto va por la serie camp... eso es harina de otro costal)



(A la misma bat-hora en el mismo bat-canal)