sábado, 8 de mayo de 2010

Doctor Who: dont blink!


Voy a ser breve. Ver Doctor Who tiene mucho de suplicio, en un principio, para un neófito que no esté especialmente bregado en la ciencia ficción familiar en televisión. Y levanto la mano. Tampoco ayudan la modestia de los efectos digitales ni la indolencia inglesia hacia el negrísimo humor de la fantasía infantil.

Dicho esto, y "esto" es un brevísimo párrafo de advertencia respecto a mi primer contacto con Doctor Who (pongamos... ¿4 o 5 episodios?) me veo en la obligación de asegurar que es una serie magnífica, que ha sabido renacer de qué-sé-yo que insana longevidad de capítulos precedentes (la serie del 1963 tiene... ¡26 temporadas!), y que Russel T. Davies tiene el mérito infinito de este reset, que ha reimaginado una mitología épica, conmovedora, a ratos brillante, mágica y -no sé exactamente por qué voy a usar esta palabra- acogedora.

Es cierto. Esta serie habla de un alienígena/deidad (con cuerpo y alma de hombre) que puede viajar en el tiempo, pero no cambiarlo. En cada aventura (ya sea la Inglaterra de Churchill o el año 28.000.000 en el mismísimo fin del mundo) el Doctor se ve envuelto en una épica ingeniosa, llena de personajes inspirados y tramas delirantemente divertidas que, según progresa la serie, van adquieriendo un tono lúgubre, un poso denso mezcla de nostalgia, horror y melancolía. Porque Doctor Who no es jamás una constante. Fuertemente episódica, y pese a todo, con un dosificadísimo sentido de la autorreferencia, el Doctor se ha tenido que adaptar a las vicisitudes (no diegéticas, claro) de producción de la serie. Esto provocó que el genial Chistopher Ecleccson fuese sustituido por el aún más sublime David Tennant -cuya interpretación es ya Historia de la TV- . Y en la actualidad experimentamos como éste actor ha pasado el testigo a un tal Matt Smith -todavía raro, muy raro-.

Da igual, porque el mayor descubrimiento de un servidor respecto a Doctor Who ha sido el hombre que a partir de esta 5ª temporada, con el cambio de Doctor, se hace cargo de la serie: Stephen Moffat, del cual me declaro seguidor absoluto y el verdadero culpable de que me haya enamorado de una serie tan sumamente bizarra. Cada historia escrita por Moffat es poesía en televisión, es ciencia ficción ingeniosa, dominio del tempo y perverso sentido de la fantasía.

Para mí, hay que ESTUDIAR estos capítulos, sin importar nada más:

- 1x06 - Dalek (o cómo sembrar terror y suspense con un modelo robótico más cutre que el que acompaña a Joey en su serie policíaca)
- 1x09 - The Empty Child (o cómo el terror de los niños es el legado más oscuro de una guerra)
- 2x04 - The Girl in the Fireplace (o cómo hacer un relato terrorífico, cómico e histórico en una hora, saboreando las leyes de la ciencia ficción)
- 2x10 - Love & Monsters (o cómo torcer un relato desde una mirada advenediza para redescubrir lo potencialmente compleja y sólida que es una mitología ya establecida)
- 3x08 - Human Nature/Family of Blood (o cómo trazar la osadía de creerse inmortal)
- 4x08-09 - Silence at the Library/Forest of the dead (o cómo crear una fábula sobre la muerte de todas las cosas)
- 4x10 - Midnight (o cómo Russel T.Davies creó satisfactoriamente, por fin, el mayor universo de terror...en el vagón de un tren)
- 4x LOS ÚLTIMOS - Todos, desde Journey´s End hasta The Water from Mars, es importantísimo ver como Tennant explora hasta sus últimas consecuencias la autodestrucción moral de un dios deshumanizado.

Y...

5x01 - The Eleventh Hour -> La era Stephen Moffat ha llegado. Por fin la batuta es del mejor compositor. No ha sido un comienzo espectacular, pero desde luego que ha marcado una distancia infinita con lo hecho por Davies.

Hay que ver Doctor Who, aunque su calidad emerja lenta y dolorosamente, maquillada entre la tosquedad de sus primeros capítulos.


PD: Falta un capítulo por mencionar. El más importante. Pero no voy a hablar de él. Si lo hago, merece una entrada entera para él solito y ya es más que suficiente la referencia en el titular y la posdata (sí, qué le den a mi licenciatura en Periodismo).