lunes, 21 de junio de 2010

Liberados del tiempo y el espacio

La estatua era una figura egipcia. Hala. No pregunteis más.

Casi cualquier ficción seriada que se precie incluye, al menos, un juego temporal. Desde I love Lucy, que ya empleó el flashback en un capítulo de su cuarta temporada, pasando por Maverick -que nos ofrecía un flashforward en cada introducción- (como hacen a menudo Breaking Bad, Cuenta Atrás, Alias) o el eterno flashback de Aquellos Maravillosos Años (presente hoy en series como Como conocí a vuestra madre o Cuéntame) hasta llegar a la explosión actual: Cold Case, 24, Lost, How i met your mother, Damages, y un larguísimo etcétera de producciones cuyas franquicias están enteramente centradas en su forma de emplear el tiempo.

A veces, el tiempo nace de la muerte. El conocido Jon Gillis -el mítico guionista que flotaba en una piscina en El crepúsculo de los dioses- parece una inspiración probable para la difunta voz narradora de Mujeres Desesperadas (que tuvo su eco en España en la fracasada Gominolas). Y esta relación es estrecha.

¿Qué tenía el hermano de Jacob con Ecko? ¿Pelea de black guys?

Esclavizados por el tiempo y el espacio
Lost padece las dos observaciones de Allan, y casi se revelan proféticas si atendemos a su conclusión.Durante el transcurso de la serie la estructura se fue complicando: los flashbacks externos pasaron, en ocasiones, a ser internos para explicar omisiones forzadas de momentos de la isla (Capítulos 2x07, “Los otros 48 días”; 2x15, “Maternity Leave”; 2x20, “Two for the road”), así como capítulos que mezclaban flashbacks y viajes en el tiempo (3x07, “Flashback before your eyes”). Durante la tercera temporada, la serie echó mano de historias totalmente insustanciales para el relato (Capítulo 3x10 “Not in Portland”), que llevaron a los productores a sentarse con la cadena ABC y firmar la conclusión de la serie prevista para los próximos tres años. En la tercera temporada, un “huevo de pascua” (en concreto una escena que, escuchada a la inversa, descubría una pista de los creadores) anunciaba que “sólo los idiotas son esclavizados por el tiempo y el espacio”, advirtiendo de alguna manera a su audiencia lo que les iba a ocurrir en las próximas temporadas si seguían viendo la serie: flashforwards mixtos (pues engarzaban al final de la 4º temporada con los acontecimientos narrados en su transcurso), viajes en el tiempo reales de los propios personajes y, finalmente, lo que ha venido a denominarse “flash-sideways” (y que quién sabe si no será un término que pase a la historia de la narratología de aquí en adelante), que narran la historia alternativa de los personajes si estos no se hubieran estrellado en la isla. O no.

Lo que sí es cierto es que Lost ha desarrollado uno de las tendencias que Allan señala en su artículo respecto a las ficciones que emplean isocronías y acaban versando sobre el tiempo: “La responsabilidad de los personajes de estas modular narratives no es tanto la imposibilidad de generar cambios [en la diégesis] como de llegar a un acuerdo con sus destinos”. En efecto, haber concedido protagonismo a una secuencia de números, la premisa -establecida desde el piloto- del bien y el mal (y la metáfora del backgammon), la teoría de los seis grados, las menciones al electromagnetismo e incluso la habilidad de uno de los personajes para ver el futuro no parecieron ser influencias tan fuertes en el devenir de la serie como el hecho de tener que justificar la curiosidad de un narrador especialmente puntilloso a la hora de narrar las historias cruzadas entre los protagonistas de la mitología y la cada vez más tentadora relación de todo lo ocurrido con la predeterminación de acabar en la isla; es decir, la tentación narrativa de ordenar el caos. Citando a Allan, de nuevo, “estos relatos que versan sobre la absoluta contingencia y la ambigüedad de las conexiones interpersonales abre la veda a las relaciones humanas (…) y no hace sino ordenar emocionalmente, interpretar esa contingencia”. En efecto, el creador subraya y organiza los retazos temporales a los que accedemos para dotarlos de sentido, haciendo que de el caos de la propia historia se cree un sentido de orden.


Muerte y significado
Y en este orden vuelve la muerte. No me importa que Jack muera sacrificándose como un líder mesiánico, aunque haya muerto por una de las razones más estúpidas e improvisadas que podían ingeniar los guionistas (tapar bien el corcho de la isla). Realmente, se siente como una conclusión.

En la serie, a partir de cierto momento -concretamente, el flashback de Shannon, en el capítulo 2x07, Abandoned-, los personajes principales acostumbraron a morir una vez que la serie nos ofrecía su último relato (como comprobamos con Ana Lucía, Eko, Daniel Faraday... o, claro, Adán y Eva). Esto llega a su extremo en el final. Si los protagonistas -y los espectadores- vivieron al principio la sugerencia de una conexión predestinada entre sus historias, finalmente nos enfrentamos a una afirmación explícita, zambullida en el misticismo más absoluto, en la afirmación de uno o varios dioses que pretenden dotar de sentido al relato. Jack y compañía, junto a nosotros, pasaron de estar esclavizados por la propuesta formal de la serie -de flashbacks y flashforwards - a moverse directamente en el tiempo. En este desenlace se nos propone que todos nos liberemos de esas ataduras. "Move on, Let it go".

Ey, Jack, ¿por qué tú has traído a tu padre? ¿Los nuestros no pueden venir?
Me temo que, precisamente por eso, el final de Lost es una traición a todos los niveles, porque nos entrega el final de una fábula cuando nosotros seguíamos una historia con tintes de ciencia ficción. Los productores aseguraron -y , por eso, los fans perdonamos- que el salto directo a la ciencia ficción que se produjo en la 5ª temporada era un cambio de rumbo necesario para explicar la trama. Pero ni el drama estuvo bien resuelto (¿quién era Locke? ¿Por qué era especial?), ni la ciencia ficción sirvió para nada (la rueda se hizo para mover agua y luz... ¿cómo? ¿por qué?;) y lo único que importó en último término fue esa realidad mística creada a última hora y sin demasiado sentido, ese purgatorio que confundió y restó emoción a la verdadera historia durante toda la temporada para finalmente revelarse como la más perezosa, reaccionaria y moralizante versión de un final que todos habíamos soñado distinto. Y, seguramente, mejor. No en vano, Lost ha tenido los guionistas más inteligentes de la Historia: sus espectadores. Que al final tuvieron que comerse con patatas el plato frío que Cuse y Lindelof les devolvían: un desenlace mil veces descartado, simplemente rebozado y reubicado en el menú.

Como el resto de ficciones de la Tercera Edad Dorada de la TV (ya más que dejada atrás) Lost ha tenido problemas para estar a la altura de su inicio, de su propia grandeza. El pacto de los guionistas de una "conclusión satisfactoria" en la 3ª temporada fue una farsa; la promesa de respuestas fue una farsa; las pocas pero explícitas respuestas fueron también una farsa y este final azucarado en el que se dice al espectador que nada importa salvo Dios es una traición a su historia, a los ángulos desde los cuales los propios guionistas enfocaron las tramas y, sobretodo, a sus personajes.

Hay mucha tela que cortar, demasiado que decir, y según se asimila que ha terminado, más aspectos invita la serie a explorar (formales, narrativos, temáticos, dramáticos, globales).

En cualquier caso, sin llegar a los extremos de Twin Peaks... Lost será siempre una de las mejores epopeyas televisivas de la Historia. Lástima que al final le faltara inteligencia para resolver su propio puzzle.