lunes, 25 de mayo de 2009

[Season Finales 5] 24: el thriller trillado

La crítica mostrada a continuación tiene una duración de lectura estimada de 3 MINUTOS. La lectura ocurre en tiempo real. ¡Los videos no cuentan!


00:00-> 24 ha vuelto con la intención manifiesta de resurgir de las cenizas tras la quema llevada a cabo por la crítica, que denostó una 6ª temporada espectacular en su forma, pero argumentalmente previsible, reiterativa y demasiado apologética de la tortura. La serie ha callado bocas, sobretodo porque -no hay que olvidar- que padeció un año entero sin emitirse (la eterna sombra de la huelga de guionistas, uno de los más importantes Episodios Oscuros de la ficción norteamericana). Su regreso ha sido satisfactorio, como mínimo, y notable, si olvidamos que la fórmula está empañada por la visión de un espectador habituado a sus costuras. Y no nos referimos a la dosificación de cliffhangers exactamente a las "en punto" -es decir, al final de cada capítulo- o a la archiconocida complementación de delirantes tramas conspiranoicas con la fría quietud de los dramas de pasillo en la Casa Blanca, que tantos picos emotivos siguen cosechando, no. Hablamos de otra cosa.

34 segundos, 35 segundos...

Nos referimos a la estructura dramática en espiral que tan magistralmente despieza Manel Jiménez en "Duplicidades espacio-temporales en 24", dentro de la obra de referencia La Caja lista: televisión norteamericana de culto de Concepción Cascajosa Virino. Este autor señala algunas de sus claves, como la Matruska de enemigos que se van revelando según avanza la trama, sutilmente, para que el espectador no perciba que en realidad, hasta el capítulo 20 Jack Bauer no estará enfrentando a su verdadero Némesis, y que todo lo anterior son fuegos de artificio (entretenidísimos, eso si). Esta vez, para enlazar, se sacaron de la manga un elemento tramposo pero refrescante: el regreso de Tony Almeida, uno de los más queridos personajes de la serie... que había muerto en la 5ª temporada.

58 segundos, 59 segundos...

01:00 -> ¿Han amortizado este regreso? Ciertamente, el juego del doble-espía-doble y el tema tácito de la redención crean una tensión permanente en los pliegues de sus tramas, para revelar en la recta final su verdadera naturaleza, no por tópica menos espectacular. Tony Almeida es aquello en lo que Bauer corrió el riesgo de convertirse, y ahora son dos cabezas de un mismo monstruo: Tony, el antihéroe descreído de sus principios morales y Jack, el soldado que perdió su alma durante su fiel servicio al país. Esta temporada explora la huída hacia adelante del primero y las confesiones criminales del segundo. Lo gracioso es que, a pesar de que Jack insiste a Tony para que se entregue, este 7º día comenzó con la antesala 24: Redemption, un telefilm que situaba a Bauer en Sangala, exiliado lo más lejos posible de las autoridades que pretendían encarcelarle por sus violaciones de los Derechos Humanos.

1:28... 1:29...

Una hipocresía que los guionistas no han sabido manejar con claridad: Jack se convierte aquí en maestro de una veterana agente del FBI, y pese a sus escarceos con el reconocimiento moral de sus crímenes, la conclusión vuelve a ser "si veo a 10 niños secuestrados en un bus, haré lo que sea para liberarlos". Dí que sí Bauer. ¿Quién ha dicho que su ultraconservadurismo, tan criticado, no es parte de una propuesta que no trata de justificarse? ¿No late acaso una colosal vena demócrata en las tramas de los presidentes ficticios de EE.UU. (un negro pre-obama, un cobarde genocida y ahora una mujer)?

2:00 -> Bauer es un héroe crepuscular enfrentado ya a siete días en el infierno y que, al revés que en otros dramas, han añadido una herida más en el costado y en el alma de su protagonista. De las decenas de personajes principales que vimos estos ocho años apenas continúan con vida tres. El protagonista está en un agostamiento permanente, implacable e inexorable, y su dolor lo arrastra frente a la audiencia, como un gladiador posmoderno. Debe ser difícil interpretar a un héroe sin motivos para sonreir (y ahí está Kiefer Sutherland para que nos lo creamos) pero más duro es ver que sigue en pie, ofreciendo algunos de los momentos más excitantes y emocionantes de una televisión que le ha cogido el testigo a la acción de los 90, a la manifestación de lo analógico en un envoltorio hiperrealista y digital como el del Washington de 24.

2:24, 2:25...

Todavía puede ocurrir cualquier cosa en esta serie de víctimas por minuto, catástrofes irreversibles que se revierten, presidentes de principios inquebrantables que más bien parecen cylons bañados en la perfecta moral usamericana, dramas mínimos extrapolados al abismo del fin del mundo... y al mérito de su creador, Joel Surnow, en su propia huida hacia adelante de permanecer estilísticamente intacto en un drama sin posibilidad de más escapatoria lírica tras la acción que un llanto incontenible al final del día, una puesta de sol mortecina o las consecuencias de transmitir una violencia sin medida. Sin duda, el auténtico mérito de 24 es...

2:58, 2:59...

3:00.
(De postre, 24 según La Hora Chanante y Nacho Vigalondo)